Foto: Raúl Fernández Ruiz

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Museo Museo Arqueológico Nacional
Inventario 50210
Clasificación Genérica Escultura
Objeto/Documento Estatua
Tipología/Estado Orante
Título Don Juan de Solórzano Pereira
Conjunto Pareja de esculturas; Ficha antigua 2ª Sección y FM
Materia/Soporte Alabastro
Técnica Tallado
Desbastado
Pulimentado
Dimensiones Altura = 143 cm; Anchura = 70 cm
Descripción La figura orante está arrodillada sobre dos almohadones; viste calzas, ropilla, golilla almidonada y amplia toga -por su condición de jurista- que deja ver en el lado izquierdo la cruz de la Orden de Santiago. El rostro está basado en el retrato que aparece grabado en una de las obras jurídicas de Solórzano, la Política Indiana, publicada en 1647.

Juan de Solórzano Pereira (1575-1655) ocupó el cargo de oidor de la Real Chancillería del Perú desde 1610. Residió en Lima casi veinte años, destacando en su defensa de los derechos de los indios. A su regreso, Felipe IV le nombró fiscal de los consejos de Hacienda, Indias y Castilla, y caballero de Santiago.

Renombrado jurista y escritor, heredó el Patronato de la capilla mayor de la iglesia del Convento de Caballero de Gracia de Madrid y decidió convertirla en panteón familiar. Su estatua funeraria fue encargada por su hijo al escultor portugués Manuel Correa y se considera uno de los ejemplos más notables de la escultura funeraria madrileña del siglo XVII.
Datación 1660[ca]
Contexto Cultural/Estilo Barroco
Edad Moderna
Dinastía de los Austrias. España
Lugar de Producción/Ceca Madrid
Lugar de Procedencia Convento de Caballero de Gracia
Lugar Específico/Yacimiento Convento de Caballero de Gracia
Historia del Objeto Mediante escrito de 25 de septiembre de 1867, el director del Museo Arqueológico Nacional solicitó al ministro de Fomento la cesión de siete estatuas de orantes que se encontraban en el Salón de Subastas del Ministerio de Fomento, argumentando que no tenían el valor estético y artístico suficiente para figurar en un museo de Bellas Artes, pero que eran interesantes para la arqueología por su indumentaria.
El Museo Nacional de Pinturas de la Trinidad tenía a su cargo distintas obras, que estaban dispersas por las dependencias del Ministerio. Precisamente la seguridad y conservación de esas piezas fue una de las razones para unirlo al Museo Nacional de Pintura y Escultura del Prado (Real Decreto de 22 de marzo de 1872). Este argumento sería también determinante para conceder dicha cesión, que habría que entenderla más como ordenación de fondos que como depósito, especialmente por la falta de interés artístico e histórico que aducía el director del Museo Arqueológico Nacional en su solicitud.
Exposición: España, encrucijada de civilizaciones;
Catalogador Edad Moderna
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